Sunday, June 25, 2006

Rafael Guízar y Valencia

Rafael Guízar y Valencia
Fco. Javier Chaín Revuelta

En las parroquias de la región hace pocas decenas de años se memorizaba el catecismo del obispo y confesor monseñor Rafael Guízar y Valencia (1878-1938) quién se inició en el seminario auxiliar de Cotija y terminó la carrera sacerdotal en 1901 en el mayor de Zamora.

León XIII lo nombra misionero apostólico y en 1913 trabaja entre la soldadesca en México, DF, Puebla y Morelos. Como clérigo perseguido se destierra en Estados Unidos, Guatemala y Cuba. Para 1919 Benedicto XV lo elige obispo de Veracruz (y quizá Benedicto XVI lo elija Santo) recibiendo en La Habana la consagración episcopal. Entra a Veracruz el 3 de Enero de 1920, día que fuerte sismo destruyó varios edificios en Xalapa. Después de reconstruir el seminario tuvo que continuarlo en el Distrito Federal para luego exilarse nuevamente con la ruta Estados Unidos, Cuba, Guatemala y Colombia. Retorna en 1929 a su diócesis que dirige desde la ciudad de México a causa de la borrasca política-religiosa. El quinto obispo de Veracruz fue beatificado en Roma por Juan Pablo II el 29 de enero de 1995 y un mes después (25 de Febrero) Sergio Obeso, arzobispo de Xalapa, publica una oración para pedir la intercesión del beato.

En 1929 año que retorna Guízar y Valencia se establecieron acuerdos que no pusieron fin a la disputa Iglesia-Estado. El ex obispo de Tabasco Pascual Díaz y Barreto, promovió la formación de la Acción Católica Mexicana en diciembre del 29. La iglesia celebró su recuperación con gran pompa durante el cuarto centenario de las apariciones guadalupanas. Las elecciones del 29 las ganó el Partido Nacional Revolucionario pasando por encima del vasconcelismo. En Veracruz, el segundo gobierno de Adalberto Tejeda continuó las persecuciones, una bomba estalló en la catedral de Xalapa. Se impuso, como en el DF, la reducción del número de sacerdotes; a nivel nacional, se promulgó la Ley de Nacionalización de los bienes eclesiásticos, que sacó del culto gran número de templos; el arzobispo Orozco y Jiménez fue expulsado de nueva cuenta del país; y se impuso el registro de las escuelas y el cumplimiento estricto del laicismo. La "batalla por las conciencias", que apoyaban Calles y Narciso Bassols, tuvo continuidad durante toda la década (1929-1938) y culminó con el establecimiento de la educación moderna, ya en tiempos de la presidencia del general Lázaro Cárdenas.

En 1932 apareció enérgica protesta del Vaticano. La encíclica Acerba animi, de Pío XI, motivó la expulsión del Delegado Apostólico, Leopoldo Ruiz y Flores, además de una nueva oleada de represión anticlerical en los Estados, que terminaron en enfrentamientos y motines que tuvieron su máximo entre 1934 y 1935. Luego las circunstancias fueron más propicias. Cárdenas requirió apoyo en su lucha contra Calles y para afrontar la expropiación petrolera en 1938. La cuestión religiosa fue perdiendo importancia política. El relevo generacional en la iglesia con José Garibi Rivera y Luis María Martínez dio el último paso cuando hicieron un llamado a los católicos para contribuir con el Estado en el pago de la deuda con las compañías petroleras. El modus vivendi fue que el Estado no cedía nada en absoluto en materia legislativa, pero tampoco aplicaría la ley. La Iglesia controlaría a sus fieles en la Acción Católica, pero no les permitiría hacer política, ni siquiera la acción social de las décadas anteriores. fjchain@hotmail.com