Más árboles en las montañas
Más árboles en las montañas
Francisco Javier Chaín Revuelta
Las fuertes lluvias en las sierras de nuestra región causan desprendimientos de los cerros (aludes) caminos truncados, poblados incomunicados, puentes dañados, descenso rápido, empinado y caudaloso de arroyos y ríos, destrozos en casas, chozas, techos y habitaciones, escasez de víveres y entorpecimiento de la vida normal de las serranías. Las respuestas de la instituciones públicas encargadas de atender las contingencias que provocan los intensos meteoros son regularmente el de proporcionar información, brindar albergue provisional donde atender a los damnificados con cobijas, comida, agua potable y servicios de salud; también se avocan a despejar caminos, restablecer la energía eléctrica donde había, proporcionar láminas de zinc o cartón y otros insumos para techos y reparaciones de habitaciones, ayudar a las familias que tuvieron muertos y/o heridos y en general brindan variada ayuda hasta que el clima y la vida se normaliza. Ahora lo que queda a todos es esperar el nuevo ciclo anual de meteoros para repetir otra vez la misma historia.
Es lógico esperar que algún día las personas creativas, inteligentes y contribuyentes a la mejora de la vida social, tengan la capacidad de (conociendo las efectos de las lluvias) prevenir y disminuir los daños que causan los meteoros y así evitar estas repeticiones de la historia. Los previsores saben por ejemplo de precipitaciones y que la medición recogida por un pluviómetro, registrada en milímetros o calculada en volumen de agua precipitada por unidad de tiempo (litros por metro cuadrado), es determinante para conocer el alcance de una inundación. Es fácilmente comprensible que un alto índice de precipitaciones en un lapso de tiempo reducido adquiere mayor gravedad en tanto en cuanto los escurrimientos superficiales apenas sufren el proceso de filtración y saturan la capacidad de evacuación de los cauces. También saben que los efectos de las pendientes como factor generador de inundaciones dependen del nivel de inclinación del terreno. Si éste es muy elevado, aumenta rápidamente el flujo del escurrimiento (deja de ser chiquito) tanto su cauce como la velocidad de las aguas transportadas. Esto produce entre otros resultados la reducción del tiempo de concentración en los colectores así como la erosión del suelo, arrastrando a su paso elementos sólidos que se depositan en sus lechos y provocando consecuentemente la disminución de la sección de los ríos y arroyos o su total o parcial obstrucción. En determinados casos ni siquiera objetos pesados son capaces de ofrecer resistencia a la fuerza del escurrimiento.
Saben que si las inundaciones son ya por sí mismas un riesgo natural inevitable, la mano del hombre contribuye a multiplicar sus efectos. Una de las formas en que colabora en el aumento de las crecidas es por medio de la deforestación. La cubierta vegetal impide en gran medida la erosión del suelo al retener con sus hojas las gotas de agua y evitar el impacto directo contra la superficie de la tierra. Además de obstaculizar con su presencia la formación y recorrido del escurrimiento absorbe con sus raíces una buena parte de la misma, reduciendo la cantidad del caudal y aumentando el tiempo de concentración del mismo. Por tanto los esfuerzos de los movimientos ecologistas y de todos nosotros es evitar la tala y la deforestación de nuestras grandes montañas. fjchain@hotmail.com 060602
Las fuertes lluvias en las sierras de nuestra región causan desprendimientos de los cerros (aludes) caminos truncados, poblados incomunicados, puentes dañados, descenso rápido, empinado y caudaloso de arroyos y ríos, destrozos en casas, chozas, techos y habitaciones, escasez de víveres y entorpecimiento de la vida normal de las serranías. Las respuestas de la instituciones públicas encargadas de atender las contingencias que provocan los intensos meteoros son regularmente el de proporcionar información, brindar albergue provisional donde atender a los damnificados con cobijas, comida, agua potable y servicios de salud; también se avocan a despejar caminos, restablecer la energía eléctrica donde había, proporcionar láminas de zinc o cartón y otros insumos para techos y reparaciones de habitaciones, ayudar a las familias que tuvieron muertos y/o heridos y en general brindan variada ayuda hasta que el clima y la vida se normaliza. Ahora lo que queda a todos es esperar el nuevo ciclo anual de meteoros para repetir otra vez la misma historia.
Es lógico esperar que algún día las personas creativas, inteligentes y contribuyentes a la mejora de la vida social, tengan la capacidad de (conociendo las efectos de las lluvias) prevenir y disminuir los daños que causan los meteoros y así evitar estas repeticiones de la historia. Los previsores saben por ejemplo de precipitaciones y que la medición recogida por un pluviómetro, registrada en milímetros o calculada en volumen de agua precipitada por unidad de tiempo (litros por metro cuadrado), es determinante para conocer el alcance de una inundación. Es fácilmente comprensible que un alto índice de precipitaciones en un lapso de tiempo reducido adquiere mayor gravedad en tanto en cuanto los escurrimientos superficiales apenas sufren el proceso de filtración y saturan la capacidad de evacuación de los cauces. También saben que los efectos de las pendientes como factor generador de inundaciones dependen del nivel de inclinación del terreno. Si éste es muy elevado, aumenta rápidamente el flujo del escurrimiento (deja de ser chiquito) tanto su cauce como la velocidad de las aguas transportadas. Esto produce entre otros resultados la reducción del tiempo de concentración en los colectores así como la erosión del suelo, arrastrando a su paso elementos sólidos que se depositan en sus lechos y provocando consecuentemente la disminución de la sección de los ríos y arroyos o su total o parcial obstrucción. En determinados casos ni siquiera objetos pesados son capaces de ofrecer resistencia a la fuerza del escurrimiento.
Saben que si las inundaciones son ya por sí mismas un riesgo natural inevitable, la mano del hombre contribuye a multiplicar sus efectos. Una de las formas en que colabora en el aumento de las crecidas es por medio de la deforestación. La cubierta vegetal impide en gran medida la erosión del suelo al retener con sus hojas las gotas de agua y evitar el impacto directo contra la superficie de la tierra. Además de obstaculizar con su presencia la formación y recorrido del escurrimiento absorbe con sus raíces una buena parte de la misma, reduciendo la cantidad del caudal y aumentando el tiempo de concentración del mismo. Por tanto los esfuerzos de los movimientos ecologistas y de todos nosotros es evitar la tala y la deforestación de nuestras grandes montañas. fjchain@hotmail.com 060602
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